Guerreros de la verdad

Guerreros de la verdad

Rubén García Mateo
Lunes, 28 de Octubre de 2019
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Si pensáis bien en las palabras “Guerrero” y “Verdad”, muchos percibiréis que no ligan bien por qué nos inspiran sensaciones contradictorias. Solo hay que fijarse en las imágenes que visualizamos al pensar en ellas.

Para ser sincero, ni siquiera sé porque he tenido la necesidad de hablar sobre esto y plasmarlo, tampoco sé ahora mismo que es lo que quiero decir, ni tengo claro qué es lo que se pretende hilar, pero me dejaré llevar, y haré caso a lo que me dicte lo que sienta.

Para mí la verdad es el concepto de la manifestación de lo que simplemente es, puesto que sucede, y cuando se observa con aprecio lo que sucede, sentimos amor, y eso... nos llena solo por el hecho de no poder retener el querer compartirlo.

Sobre el guerrero, creo que ha representado en la historia, a un ser que evidentemente libró batallas, y que sintió y vivió lo que pocos podían siquiera imaginar, pero no se ha plasmado al ser cuya ignorancia desembocó en la extraña dualidad de ser víctima y cómplice de una guerra por y para el poder. Con la capacidad de una vista privilegiada para vislumbrar al rival, pero con el analfabetismo de no saber leer el corazón, que deseaba expresar con la boca tapada por el ego, un mensaje tan simple como que la guerra no es el camino.

Sus vidas lidiaban con el hambre, la ira, la traición, el poder, el deseo, el pánico, la pérdida, la soledad y el arrepentimiento; aquella poderosa mezcla que deja al alma en estado de catársis, y que situaba la plenitud en sus vidas más allá de cualquier cordillera. Un guerrero… en el cine representado por el eterno héroe, pero en su vida… es el eterno invidente; la incesante recompensa para su rival; la espera para quien lo quiso; y la soledad como amuleto. Alguien que tantas veces vibró, con el pánico y el odio, reflejado en ojos ajenos.

Solo ellos han escuchado el sonido tibio de un cráneo al romperse, y llantos desgarrados como la carne… perderse a lo lejos tras de sí.

Solo ellos conocen el caos del conflicto… y a qué huele la sangre absorbida por la tierra, que junto con la baja niebla crea el aroma del vacío y la desorientación interior, huele a sentirse perdido, solo y a no encontrar nada dentro de ti al mismo tiempo. Es así como el guerrero se ve reflejado en la escena, y en ese instante de terror y vergüenza hacia sí, escucha a su alma por primera vez.

Solo ellos saben lo mucho que pesaba una espada en la niñez, y lo ligera que es mientras la usas con rencor.

Solo ellos saben a que suena, el ruido silencioso… de la última mirada de la vida que van a seccionar.

Solo ellos, con la experiencia, se percataron de que la hoja de una espada jamás puede ser más fría que quien la empuña, y supieron reconocer, lo gélido que fue el tiempo perdido; qué poco les compensó permitir que los latidos de su corazón fuesen secos y helados… cuán abandonadas y eclipsadas por toneladas de olvido estaban… las aguas saladas de sus lágrimas.

¡¡¡Muchos también lo habéis sido!!! y lo sabéis por que vuestra alma os lo recuerda al leer estas líneas! Y aprendisteis arrepentidos que la sangre derramada no regó la semilla de la felicidad, que el color de la bandera que ondeaba al son de la victoria era indiferente. Aprendisteis que se necesita mucho poder y riqueza para financiar lo injusto, pero que ni llenando las arcas más colosales, se puede comprar la emoción de una sola vida.

Ahora ya no portáis armadura, pues descubristeis que nunca os protegió a largo plazo, sino que os aisló en su interior oscuro y frío, y os endureció como su opresivo metal.

Varias existencias han pasado, y experimentado lo necesario para vivir estos momentos. No es casualidad haber nacido para estar aquí y ahora, tejiendo este instante en el tiempo lineal de lo que será nuestra historia.

En el pasado vuestros valores fueron la fuerza, la lucha y la sangre fría, pero hoy, la destreza para manejar un arma, muchos la habéis aplicado desarrollando cualidades increíbles mucho más sutiles, pero mucho más firmes. Muchos habéis aprendido el arte de delatar la intención de un gesto, la palabra antes de escapar entre los labios, o la mirada disfrazada de mentira. De modo que no vale decir que no sabes cuál es tu misión! Apaga la tele!

En cuanto eres consciente de que una situación no vibra con los valores de ti mismo, el amor o la verdad, tu obligación moral es utilizar tus cualidades humanas para contribuir a cambiarla, es tu don, y esa intención, te hará saber el modo. No se trata de luchar contra nada, ni de pretender hacer grandes cosas, sino de ser el mundo que quieres ver.

Antaño como guerreros obedecisteis las órdenes de quien os mandaba, por fines equivocados, aunque necesarios para aprender, pero hoy la única misión, es escuchar lo que os dicta el corazón, que en esencia, es el susurro constante de quienes sois en realidad. Pero no os confundáis… ahora no sois guerreros de la verdad, sino ángeles por la verdad, y ya no hay que obedecer, solo observar, sentir y aceptar lo que vuestra luz os dice en cada ápice de sabor presente, que brota desde adentro como la raíz de un árbol que atraviesa el asfalto y quiebra el cemento.

Habéis comprendido que sin aliento no hay vida, ni vida sin aliento, que las alas de una mariposa tienen el color de tu esencia, que tu determinación es la sabiduría de tu propio perdón, y que tu valor tiene la fuerza de la inercia de un deseo.

Los que sabéis que lo habéis comprendido, también debéis saber que ahora es tiempo de demostrar que es cierto. Libérense, y automáticamente liberarán a otros.

Sean la verdad, el amor y la razón… nuestros eternos aliados.

Estamos juntos en esto.

Paz.

Autor original:
Rubén García Mateo