La asertividad
La importancia de saber decir NO
La palabra ‘no’, su simple mención basta para destruir sueños, romper corazones y demoler expectativas. Está íntimamente relacionada con el rechazo, es también la partícula que nos permite establecer límites, marcar distancias, ajustar nuestros tiempos y respetar nuestras necesidades. Y en demasiadas ocasiones, nos cuesta horrores verbalizarla.
La gestión del ‘no’ es una auténtica pesadilla para miles de personas. Y es un reto al que nos enfrentamos a diario. Vivimos en una cultura de “gustadores” y agradadores, en la que el peso de la imagen y el qué dirán en muchas ocasiones supera al de nuestras propias necesidades e inquietudes. De ahí que a menudo nos sintamos culpables cuando decimos que ‘no’ a algo o a alguien. En este escenario no resulta extraño que lleguemos incluso a mentir, inventándonos compromisos inexistentes para cancelar citas o eventos a los que no nos apetece acudir. Todo ello en aras de “no hacer sentir mal” a esa otra persona, la realidad del asunto es que no sabemos cómo enfrentarnos a la crudeza del ‘no’. Tememos la reacción del otro ante nuestra negativa, su ira, su descontento…pero sobretodo, tememos descubrir de qué manera afectará nuestra respuesta a la imagen que esa persona tiene de nosotros. Por lo general, esta conducta tiene que ver con una falta de autoestima y una excesiva necesidad de ser aceptado por los demás. Y se trata de una espiral de la que resulta muy difícil escapar.
Pero no decir nunca que no, también termina por pasarnos factura. Si no lo haces, el otro se adueña de ti y tú vas a necesitar muchos recursos para salir de ahí.
Al fin y al cabo, resulta algo tan natural como necesario. No se trata de ser insensibles ante las necesidades de los demás, sino de comprender que en la medida que atendamos nuestras propias necesidades, seremos más capaces de dar lo mejor cuando los demás requieran de nuestra colaboración. Lo cierto es que decir ‘no’ es la mejor manera de poner límites, bien sea en nuestro círculo personal o en nuestro entorno profesional. Los límites son un elemento imprescindible que influye en todas nuestras relaciones. Están íntimamente vinculados a nuestra identidad y a nuestra integridad, pues marcan la pauta de hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Y los ponemos en jaque cada vez que sentimos que deberíamos decir que no y nos reprimimos. De hecho, al no respetar nuestros propios límites estamos invitando a los demás a que tampoco lo hagan. De ahí la importancia de cuestionarnos hasta dónde estamos dispuestos a llegar para complacer a los demás.
Muchas veces no ponemos límites porque no sabemos los resultados positivos que podríamos obtener si lo hiciéramos. Lo único que visualizamos son los problemas que padecemos por no hacerlo. Esta inercia nos lleva a olvidarnos de nosotros mismos, arrastrándonos hasta el punto de perder la capacidad de construir una realidad coherente con nosotros mismos.
“Los límites que marcan nuestra vida no son los que nos ponen los demás, sino los que aprendemos a poner nosotros mismos”, Byron Katie
Llegados a este punto, tal vez merezca la pena reflexionar sobre las consecuencias positivas de practicar el no. ¿Qué lograríamos? ¿Cómo nos sentiríamos? ¿De qué manera influiría en nuestra vida y en nuestras relaciones?
La clave para liberarnos del malestar y la ansiedad que nos genera decir ‘no’ radica en trabajar el cómo. Por eso, es tan importante desarrollar nuestra asertividad.
Una buena técnica es, simple y llanamente, decir no y añadir a continuación la razón principal del por qué. A menudo lo más efectivo es lo más directo y honesto, como un “lo siento, pero me temo que no puedo aceptar” o “en estos momentos me resulta imposible” como respuesta. Si nos damos la oportunidad de poner en práctica estas fórmulas, posiblemente nos encontraremos con que la respuesta de los demás suele ser positiva, lo que supone que la mayoría de los conflictos que tenemos con decir ‘no’ los creamos nosotros en nuestra mente, con nuestra tendencia a preocuparnos y a anticipar los acontecimientos.
En lo concerniente al ‘no’, nosotros somos nuestro mayor enemigo. De ahí la importancia de hacer un ejercicio de honestidad y apostar por ser más auténticos. Para muchos, decir no es la cima de la autoestima. Al fin y al cabo, esta pequeña y poderosa partícula nos ayuda a sumar en respeto y crecer en libertad.